Duerme deprisa, acaba el año
Retablo de Favores —noviembre, 1.ª parte
Justo en el momento en que el año amenaza con acabar y, como siempre, empezando por el final, decido crear un nuevo apartado que me fuerce a seguir escribiendo. Tratando de rescatar todo lo que paso por alto cada mes y con una semilla plantada por Montañés en una visita sufrida en Blasphemous II, nace Retablo de Favores.
En noviembre he cambiado mis Marcas del Martirio por grandes obras que me han servido de guía y aliento, que recojo aquí de la manera menos caótica posible. Abro la sección con las novelas, en su mayoría gráficas, que he disfrutado especialmente.
La primera sorpresa me llegó de la mano de Javi Rey, quien adapta con buena mano Intemperie, la novela de Jesús Carrasco. Sin haber leído aún la obra original, la historia me era familiar por su adaptación anterior a la gran pantalla, responsabilidad de Benito Zambrano (2019). El protagonista se mueve entre el polvo de un país asolado por la sequía y transita un desierto eterno bajo un sol que no excluye a nadie. La vida en el mundo que se da a conocer es cruel, no queda más opción que seguir andando o morir de sed. Al llegar a la última página, cae tierra de entre los dedos y hay que acudir a la sombra ¡con urgencia! Mi fortuna fue leerlo -¡demasiada suerte ya!- en el frío de Madrid a principios de otoño, no sentí bochorno alguno, solo el que sigue al descubrimiento de un milagro.
Guárdate de la gente del pueblo. © Planeta de Cómic
Entre las creaciones nacionales, me interesaron muchísimo otro grupo de lecturas igualmente remarcables. Por un lado se encuentra Lamia, de Rayco Pulido (Astiberri, 2017), un cuento noir de posguerra que salda cuentas pendientes con la historia de nuestro país, además de resaltar con un dibujo brillante. Por si parece poco, cuenta además con un cameo de Misericordia, de Benito Pérez Galdós. Por otro lado, y gracias a Panel Syndicate, leí al fin la segunda entrega de ¡Universo!, de Albert Monteys. Publicado en el marco de la colección Sillón Orejero por Astiberri, la serie de sketches iniciada en 2018 aumenta su categoría y adquiere solidez. Aunque menos abundantes que en su primer recopilatorio, los relatos recogidos en el segundo número convierten la colección en algo más emocionante y creativo. Aprovechad que podéis leerlo en abierto -aunque es una maravilla a tener en la estantería-, ¡APROVECHAD!
Escribe sobre lo que sepas. © Astiberri
Clon de Kant (Miguel Noguera, 2018), producto de la mejor mente de nuestro país -que siempre se las apaña para colarse entre mis lecturas de cada mes-, me llevó al descubrimiento de Crime Zone (Luis Llosa, 1989). De la misma forma que me llevó a conocer a una santa satánica y formas de comedia que a nadie más se le pasarían por la cabeza. He seguido leyendo Maximum Berserk, me he mantenido encantada con Jeff Lemire y su Descender, sigo a la espera de leer el último capítulo de Saga -pero he leído The Private Eye- y he culminado con Guy Delisle y Craig Thompson.
La historia de un secuestro y el día a día en cautiverio, conviviendo con el miedo y la incertidumbre en una habitación fría donde no retumban siquiera los rugidos de hambre de las tripas. Delisle ilustra el testimonio de Christopher André, rehén en Chechenia e ignorante de todo lo que rodea a su circunstancia fortuita. Con muchos miramientos y cuidado, el autor canadiense persiste en el compromiso social que caracteriza su obra. La irrupción súbita de los secuestradores, los traslados, asistimos a la evolución del encierro desde la noche de la captura, en alerta hasta por el más mínimo crujido de un mueble o al sonido de un paso en el pasillo.
En Escapar. Historia de un rehén, el lector puede coger aire entre divagaciones, en las que el cautivo intenta evadirse con preguntas. ¿Qué me pondrán de comer cuando vuelva a casa? ¿Y por qué libro retomaré la lectura? Acto seguido, duda de la moralidad de estas preguntas. ¿Hay algo ético en un secuestro?
El sol se mete, nada que señalar. © Astiberri
Inmediata a Los ojos del gato (Jodorowsky, Moebius; 1991) con su fantástica reedición por Norma Editorial, está Habibi (Craig Thompson, 2011), la obra magna en este mes repleto de prodigios. Hablar de Habibi se siente irrespetuoso, nada de lo que pueda decirse de ella le hará justicia. Creí estar preparada para leer la obra en pleno agosto, después de devorar el Cuaderno de viaje (2006) donde se gestó la base estética de la novela, recién salido de la zona de cómics de la biblioteca en la que verano -sí, en la biblioteca más que en el pueblo-. En el propio Cuaderno, además del viaje por Marruecos se incluyen un par de visitas a España, una de las cuales contiene un Salón del Cómic de Barcelona con ¡un retrato de Charles Burns!
Tengo que evitar hablar de Habibi, pero tengo que hacer que lo leáis. Si pudiera meterme en el propio texto, si las palabras me hicieran algo de caso. Si al menos pudiera despojarme de toda esta sucia piel. Extraerme la sange y sustituirla por agua pura…
© Astiberri
Una tarde de un fin de semana, un día del puente de diciembre, parte de las vacaciones de Navidad… Cualquier día es bueno, cualquier rato es válido. Buscad a Craig Thompson en vuestras bibliotecas, en vuestras librerías locales, leed Habibi.





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