Los restos del pasar · De manos y memoria
© Mubox Studio
A quien corresponda.
Alfredo Picazo (Cuando se hundieron las formas puras) y Luis (Soto) Muñoz (El cuento del limonero, Sueños y pan) firman un personalísimo reportaje, vivo testimonio de una infancia y de la identidad de un pueblo que comienza a inmutarse con el paso de los años.
El filme documenta la Semana Santa de Baena, esos siete días que llenan de vida el pueblo, las casas y las iglesias. Nos agachamos como niños para meternos entre recovecos, para ver desde un lugar privilegiado el evento más importante del año en el pueblo cordobés.
La celebración religiosa cumple un papel interesante en la obra. Es el escenario en el que transcurre el metraje, manos vienen y van pero el paisaje se mantiene inamovible. Lejos de lo que podría pensarse, la fe no guía la película, lo hacen la curiosidad y los ojos inquietos de Antonio (Rodrigo Ramírez). La cámara traslada la mirada inocente de un niño, emociona y rezuma sensibilidad.
Las tradiciones baenenses toman un nuevo cariz con el testimonio filmado. Ya Cristina García Rodero se interesó por el folclore del pueblo en la realización de su España Oculta. Fue gracias a ella que vimos por vez primera a los Colinegros y a los niños que acompañaban las representaciones de la Pasión. Aquí la imagen en movimiento transmite todo aquello que se pierde con el frío, con la vida que queda atrapada en el negativo. La cámara habla y se mueve con total soltura e inocencia, actúa como un niño más, como Antonio y sus amigos; como los niños que se susurraban secretos en las imágenes de Rodero.
Hola, me llamo Antonio. ¿Me podrías dar tú clases de pintar un burro, por favor?
Antonio se acerca al conocimiento de la realidad bajo tutela de Paco Ariza, siempre de su mano y al alcance de su caballete. El artista, fallecido antes de ver finalizada la obra, actúa como ángel de la guarda de Antonio. Sus conversaciones viran en torno a lo más importante de este mundo: los burros de la guarda, protectores de los animales y los mosquitos (¿cómo les pondrán inyecciones?).
La semana de pasión constituye el escenario perfecto para acercarse, por vez primera, a la vida, grande para todos. Las preguntas que acechan con la edad, al adquirir conciencia, se reflejan en esta celebración. Vida, Pasión, muerte y resurrección revelan y auguran el futuro, quizás no demasiado esperanzador, de cada uno y del mismo pueblo.
El pueblo que enamoró a Cristina García Rodero y que habría enamorado a Koldo Chamorro es retratado por los directores con la misma sensibilidad con la que coge el pincel Paco Ariza. Talentos baenenses que empiezan a ser reconocidos y que, además, reconocen el de otros.
El arte pictórico y el del celuloide se consagran, por igual, a la conservación de las costumbres. Rescatan del olvido aquello destinado al mismo, que ya casi se asoma al abismo de la memoria. No olvidar las manos que trenzan y destrenzan las colas, no olvidar las manos que encalan las fachadas año sí y año también. Condenar al recuerdo tanto amor, negarse a desatender la cita anual con las verdades que a todos abruman. Guardar la resurrección, los olivos de madrugada, los panecillos, las flores de los muertos. Encerrarlo todo en una jaula de oro, rezar para que no salgan jamás y confiar en que, al salir de la oscuridad en la que nos encontramos, que amenaza todo con ruina, alguien la abra y la devuelva a la vida.
En una película que recuerda constantemente a una escenografía teatral, se nos permite permanecer entre bambalinas, viendo cambios de vestuario, ensayos y salidas de escena. Al movernos también por los camerinos, accedemos a las distintas etapas del ciclo de pascua.
La estancia de la vida se construye en torno a la infancia del protagonista, la de la Pasión, alrededor del sufrimiento de recordar desde la adultez; el habitáculo de la muerte no necesita presentación. Finalmente, la resurrección se da el domingo. Se reanudan los aplausos, no se comprende pero se asimila, se vislumbra un cierto futuro.
Los restos del pasar se alza como la propuesta más piadosa del año y aún puede disfrutarse en algunas salas. Las obras realizadas por ambos cineastas con anterioridad, de igual sensibilidad, pueden disfrutarse en la plataforma Filmin.
¿Jesús no vivía en Jerusalén? ¿En Jerusalén hay olivos? ¿Comía pan con aceite como yo?
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